Acerca del autor.

Antonio F. García Zamora: La poética visual de un viajero por la vida y el arte.

Antonio García Zamora
Antonio F. García Zamora (San José, Costa Rica, 1979) es un artista visual, educador y teólogo ecuménico, cuyo trabajo se erige como una constante indagación estética, simbólica y espiritual. Su producción interdisciplinaria (abarcando grabado, escultura, arte textil, instalación, pintura y trabajo con materiales reciclados) vincula memoria, identidad, ecología y trascendencia. Su propuesta se sitúa entre la sensibilidad lírica, la crítica cultural, la reflexión espiritual, y destaca por su profundidad conceptual y su diversidad técnica.

García Zamora estudió en el Conservatorio de Castella y completó sus estudios en la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), donde obtuvo una Licenciatura en la Enseñanza del Arte y Comunicación Visual, así como una Maestría en Estudios Teológicos. Además, cuenta con una Maestría en Administración de Medios de Comunicación en la Universidad Estatal a Distancia (UNED), lo que le ha permitido ampliar su enfoque interdisciplinario hacia el análisis crítico de los lenguajes mediáticos y sus vínculos con la educación y el arte contemporáneo. Desde su blog personal, publica periódicamente textos que articulan temas como la pedagogía, la espiritualidad, la estética, la política cultural y la teología visual.

Formación, docencia y pensamiento crítico.

Desde 2005, García Zamora ha sido docente en diversas instituciones del Ministerio de Educación Pública de Costa Rica, además es académico universitario en la Universidad Técnica Nacional (UTN) y el Tecnológico de Costa Rica (TEC). Su enfoque educativo promueve el pensamiento como herramienta de construcción de significados, la creatividad como forma de resistencia simbólica y el arte como lenguaje pedagógico transformador. Su práctica docente se orienta a una reflexión crítica sobre el lugar del arte en contextos de pensamiento crítico, holístico, ecológico y espiritual,

Color, materia y percepción simbólica.

En la obra de García Zamora, el color no actúa como único atributo formal, sino como un acontecimiento perceptivo. En series pictóricas como Las ideas sí tienen color (izquierda), la acuarela, con su transparencia y fluidez, se convierte en un medio para explorar estados emocionales y espirituales. El cromatismo sugiere aquí atmósferas interiores, resonancias afectivas y estructuras líricas que disuelven la figuración en gestos de contemplación activa.

En sus monotipos con materiales reciclables como el tetrabrik, el uso de témperas, tintas y técnicas mixtas genera un diálogo entre la organicidad del color y la materialidad del soporte. Estas obras, al igual que las de la serie Bosques y Paisajes (abajo), revelan una sensibilidad ecológica profundamente arraigada, donde la superficie pictórica se transforma en un territorio de exploración poética, material y espiritual.


Materiales reciclados, ensamblajes y metáforas ferroviarias.

El uso de materiales reciclados es un gesto ético, estético y creativo. En proyectos como  Líneas del tren, García Zamora articula cartón, hilos, alambres, madera y papel en composiciones que evocan lo doméstico, lo poco convencional, lo lúdico y lo histórico. Estas obras no sólo resignifican objetos cotidianos, sino que narran historias de desplazamiento, memoria y transformación.

En particular, sus "muñequitos" (figuras estilizadas de rostros, cuerpos y criaturas fantásticas) surgen como manifestaciones visuales de la imaginación, los sueños y la infancia. En las distintas pinturas  de Antonio F. García Zamora, estas figuras adquieren una dimensión poética profundamente cromática y onírica. Lejos de limitarse a lo infantil, estos personajes exploran los límites entre lo real y lo fantástico, operando como metáforas de lo posible, lo no expresado y lo deseado. Su particular estética, deliberadamente sintética, remite a una búsqueda de lo esencial: una forma disidente de belleza que encuentra su energía expresiva en lo imperfecto.

La escalera.

Los "muñequitos" son también testigos de sueños, como las llama el propio artista, habitantes de una narrativa personal que se niega a ser cerrada por la lógica racional. A través de colores vibrantes, líneas expresivas y gestos lúdicos, García Zamora crea una cosmogonía íntima en la que el arte se convierte en un lenguaje de sueños, lo absurdo y lo tierno. Así, lo lúdico no es una evasión, sino una estrategia de resistencia poética a la rigidez de lo normativo.

La serie Líneas del tren , por otro lado, funciona como una metáfora visual del tiempo social y el deseo de reconexión histórica. El símbolo del tren, representado a partir de diversos materiales, remite tanto al regreso del ferrocarril costarricense como a las trayectorias personales del artista, en un gesto que combina la crítica sociopolítica y el lirismo poético. 

Arte y teología: la espiritualidad como forma visual.

Como teólogo ecuménico, García Zamora articula en su obra una reflexión espiritual que no se limita a lo doctrinal, sino que se abre a una dimensión simbólica, crítica y estética. En la serie Arteo-logía , el arte se convierte en un lenguaje teológico visual que explora lo sagrado desde lo cotidiano, lo poco convencional y lo ambiguo. Aquí, los símbolos religiosos se resignan a abrir espacios para el diálogo intercultural, la contemplación no dogmática y la búsqueda existencial.

Una pieza clave en esta dimensión es Cruz de San Pedro Apóstol (izquierda), una pintura que reinterpreta la simbología tradicional de la cruz invertida no como signo de negación o irreverencia, sino como expresión de humildad, entrega y fe consciente. En esta obra, García Zamora propone una teología del descenso, que se opone al narcisismo espiritual moderno, y sugiere un “camino descendente” como forma de comunión radical con lo humano y lo divino. La cruz invertida contiene diversos símbolos del tiempo y la historia, representando al apóstol Pedro y al reformador Martín Lutero, y actúa como un umbral de significado donde lo teológico, lo corpóreo y lo social se encuentran.

Esta pieza es también una crítica a la espectacularización de la religión y al vaciamiento de sus signos en la cultura de masas. García Zamora recupera el símbolo para reinsertarlo en un campo de significación profunda, poética y dialógica. En este sentido, su obra constituye una auténtica teología visual, en la que el arte se convierte en un espacio de revelación silenciosa y de resistencia ética frente a la banalización de lo sagrado.

Gestión cultural y trabajo colectivo.

El artista también es miembro del Colectivo Gen 96 , García Zamora ha impulsado plataformas de colaboración y producción artística. Su trabajo también apunta a democratizar el acceso al arte, descentralizar la producción cultural y fomentar una visión crítica de la creación contemporánea. En este marco, ha organizado exposiciones colectivas, talleres, procesos de formación y espacios de diálogo entre artistas emergentes y consagrados.

Antonio F. García Zamora es un artista visual, también un educador comprometido, un pensador visual y un teólogo estético. Su obra propone una mirada que conecta la materia con el espíritu, el juego con la memoria y el símbolo con la acción. En un mundo marcado por la fragmentación, su obra constituye una invitación a habitar el arte como espacio de sentido, encuentro y transformación.

Entrevistas realizadas en algunos medios:






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